Afectados/as por huracán Irma agradecidos/as con La Iglesia Metodista Unida

John William Miller (“Capitán Bill” Miller) ha pasado pasó por muchas cosas el año pasado; perdió a su esposa en marzo de 2017, y ha estado en un proceso complicado para obtener la custodia completa de su bisnieta Shayley, de 10 años. Él realmente no necesitaba un huracán, pero le llegó uno.

 
John William “Capitán Bill” Miller inspecciona la reconstrucción de su casa que fue severamente dañada cuando el Huracán Irma impactó Florida, el 10 de septiembre de 2017. Miller de 76 años, ha sido el capitán de un bote de alquiler en Los Everglades por 40 años. Foto por Gustavo Vasquez, SMUN.

Miller salió de su casa en los Everglades el 8 de septiembre de 2017, dos días antes de que Irma tocara tierra en los Cayos de la Florida, y dejara una ruta de destrucción en todo el Estado. Regresó a su casa y la consiguió inundada por 1,45 metros de agua. Pérdida total, fue lo que pensó; cinco meses después su casa está casi reconstruida totalmente.

El capitán de 76 años dice que está muy agradecido con gente de todas partes del país. “La Primera Iglesia Metodista de Champaign, Illinois, Dios bendiga a su gente. Los/as menonitas, mormones/as, los/as voluntarios/as han puesto su corazón en esta casa y no la van a dejar hasta que no esté terminada”.

La Revda. Laura Ice (izq.), coordinadora de recuperación de la Conferencia de Florida, trabaja los documentos del reclamo con Nirmala Narayan. La casa de Narayan en Sebring, fue el primer caso abierto por la Conferencia en el centro de Florida. Foto por Deborah Coble, Conferencia de Florida.

La Revda. Laura Ice, coordinadora de recuperación de la Conferencia Anual de Florida de La Iglesia Metodista Unida (IMU), dijo que Miller fue uno de los seis nombres que le dio un contacto suyo en la ciudad de Everglades. Poco tiempo después de abrir el caso, los voluntarios se presentaron y consiguieron la casa destruida.

 “Yo hablo a diario con Jesús y le doy gracias por estas personas, y le pido que las bendiga cada día de sus vidas desde ahora y por siempre”, dijo Miller. 

 
Una señal de Stop caída y un letrero de “Sólo tráfico local” muestran el camino en una calle de la villa de Goodland, ubicada en la punta de Marco Island, Florida, donde escombros y pertenencias son apiladas a un lado del camino, después del Huracán Irma. En la foto de la derecha, el camino limpio y la señal de Stop colocada verticalmente, son muestras del progreso en la recuperación. Foto de la izquierda por Kathleen Barry; foto de la derecha por Gustavo Vasquez, UMNS.

Los medios de comunicación, dejaron Florida hace mucho tiempo, y docenas de otras historias desde entonces han capturado la atención nacional, pero La IMU todavía está allí y en otros lugares que han sufrido desastres, trabajando con quienes necesitan reconstruir sus hogares y sus vidas.

Niki Graham de 69 años, probablemente es una de las mayores promotoras de la iglesia. “YO AMO a los/as metodistas” dice la residente de Goodland, una pequeña villa de pescadores al final de Marco Island, que fue golpeada por la tormenta.

Niki Graham se apoya contra una palmera de aluminio, el único árbol que queda de pie en su propiedad en Goodland, Florida. Foto por Gustavo Vasquez, UMNS.

“Tuve un árbol enorme que cayó y nadie podía moverlo. Un día, alguien tocó a mi puerta y me dijo ‘La Iglesia Metodista Unida de Murfreesboto, Tenessee. ¿Cómo podemos ayudarla?’ Inmediatamente me enamoré de ellos/as, son muchachos/as muy buenos/as”.

 

Graham dijo que Goodland soportó 15 días sin electricidad y los árboles caídos estaban por todas partes. “En ninguno de los huracanes que he vivido, nunca me ofrecieron una botella de agua, ni vi un/a voluntario/a, y los/as metodistas encontraron Goodland. Ayudaron a todo el mundo aquí; me salvaron de que me derrumbara”. Ocasionalmente, es la iglesia la que necesita ayuda.

 

El Cayo Big Pine fue una de las áreas más duramente afectada por Irma, y la IMU de Big Pine fue significativamente inundada. El daño pudo haber sido peor si Steve y Jane Witmer, administradores/as de la iglesia, no hubieran estado en el lugar. La pareja vive cerca, por lo que caminaron entre el agua para revisar la iglesia inundada, al comienzo de la tormenta. 

Cinco meses después de que el Huracán Irma impactó Florida, este canal y mucho más del Cayo Big Pine permanecen llenos de escombros. Foto por Gustavo Vasquez, UMNS.

“Nosotros recogimos el altar y lo sacamos del agua. Como era domingo, el piano estaba por encima del nivel del agua por lo que me senté y comencé a tocar himnos; el órgano acababa de desaparecer” dijo Jane Witmer.

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Celebre en su iglesia el Domingo UMCOR, el 11 de marzo.

Done directamente a UMCOR’s US Disaster Response, Advance #901670.

Contribuya con dinero o sea voluntario a través de la Conferencia de Florida #WeAreBigger campaign.

Vea el video en Florida recovery work.

Ella dice que recogió Biblias y las puso en mesas, “hicimos lo que pudimos para salvar lo que se pudo” agregó que se alegra de haberse quedado para ayudar, porque nadie tuvo acceso a esa área por más de 10 días después del huracán.

En otra parte de Cayo Big Pine, todavía hay tanto daño y escombros que da la impresión de que Irma hubiese pasado hace apenas una semana. Los escombros trazaron la ruta hacia la casa de Christine King, después de que fuera evacuada para la zona noreste del estado. “Cuando usted viene al sur, comienza a ver los escombros apilados, y a medida que se acerca, ellos se hacen cada vez más grandes. Cuando llega acá, la vida de todo el mundo está afuera, en el camino. Es difícil de mirar”, dijo King, quien actualmente vive en un remolque provisto por la Agencia Federal para la Gestión de Emergencias (FEMA), mientras su casa está siendo reconstruida. Ella es uno de los residentes que están trabajando con Phillip Decker, un líder regional del equipo de la Conferencia Anual de Florida.

Decker dijo que había varios cientos de voluntarios/as preparados/as para los próximos seis meses, y estima que la recuperación tomará entre tres y cuatro años. “Los/as voluntarios/as ayudan a demostrar que hay personas que se preocupan. Trabajar directamente con los propietarios de casas enseña que la iglesia está comprometida a ayudar en la recuperación”, agregó.   

“Irma fue un enemigo formidable; hizo mucho más fácil que todos permanecieran unidos y se ayudaran mutuamente,” dijo King.

Diana Kelley es otra residente de Big Pine agradecida por el compromiso de la iglesia. Ella y su esposo Bomar tuvieron que esperar cinco días antes de poder regresar a su casa, que tuvo daños significativos por el agua. Cinco meses después, todavía hay trabajo por hacer, pero pueden vivir en ella.

Kelley dijo que en 15 años viviendo allá nunca habían sido evacuados/as antes de un huracán. En algún momento, ella recibió la tarjeta de presentación de Rebecca White, gerente de casos de la Conferencia Anual de Florida.

“Ella es increíble; regresó y continúo viniendo. Nadie regresa, y eso nos hizo saber que alguien de fuera realmente se preocupa por nosotros/as”.

Kelley frecuentemente chequea a su vecina Donna Allison, quien actualmente vive en un remolque de FEMA. Allison quien manejó su propio remolque para alejarse de la tormenta, dice que los recuerdos todavía son dolorosos como para hablar de ello, por lo que prefiere enfocarse en lo bueno que ha recibido después del desastre.

“Las personas han sido maravillosas. Una iglesia metodista ha donado una bicicleta para que yo pueda salir y recuperar mi independencia. Otros han donado lavadoras, y estarán acá en una semana. ¡No puedo esperar para lavar!” dice Allison. También habla muy bien de Kerry Willis, la gerente de su caso en la conferencia de Florida. “Me siento muy cómoda con ella. Han llegado otras personas y las he botado de mi patio”.

Donna Allison residente de Cayo Big Pine, Florida, tiene que usar una máscara cuando sale de su remolque, por el moho que se ha desarrollado en la casa abandonada de al lado. Foto por Gustavo Vasquez, UMNS.

Mientras continua el proceso de recuperación en Big Pine, una propietaria en Sebring está por celebrar que terminaron su casa. Referida por Habitat for Humanity, Nirmala Narayan fue la primera en tener un caso abierto por la gerencia de casos de la conferencia de Florida, en el centro del estasdo.

Un gallo cruza la calle para llegar al otro lado de su vecindario en Cayo Big Pine, Florida. Cinco meses después del Huracán Irma, Big Pine está todavía con basura de escombros y casas dañadas. Foto por Deborah Coble, Conferencia de Florida.

El primer equipo que llegó a su casa fue de la Fundación Charleston Wesley de Carolina del Sur. “Los voluntarios que llegan trabajan como si les fueran a pagar por el trabajo. Trabajan como si fuera su propia casa, y les digo que todo lo que puedo ofrecerles es que siempre son bienvenidos, y pueden quedarse aquí”, dijo Narayan, quien siempre está lista para ofrecerles una bebida fría y pastelitos.

Ashley Rape es coordinadora de voluntarios/as metodistas unidos/as  en el centro de Florida, y estimó que en dos semanas más podrían completar la casa de Narayan. “Muchos de los equipos vienen y piensan que van a impactar vidas, pero cuando dejan la casa de Narayan dicen que ellos/as son los/as impactados/as por su hospitalidad.”

Próximo: El trabajo Metodista Unido de recuperación de Irma continua

* Para este reportaje colaboraron Butler, quien es el editor multimedia para el Servicio Metodista Unido de Noticias. El Rev. Gustavo Vasquez, Director de Noticias Hispanas para el Servicio Metodista Unido de Noticias y la Revda. Deborah Coble, consultora de comunicaciones para la Conferencia Anual de Florida. Contacto: Vicki Brown, Nashville, Tennessee, 615-742-5470 o [email protected]

** Leonor Yanez es traductora independiente.

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