Cada viernes durante unos 10 minutos, los empleados de Tabacos de Oriente oyen por el altoparlante la palabra de Dios en lugar de la música acostumbrada de Gun N 'Roses o de alguna otra banda. Es la voz del Rev. José Roberto Peña, pastor de la Iglesia Metodista Unida Central de Danlí, quien es el capellán de la fábrica de cigarros.
Un trabajador se detiene en cada estación para recoger los cigarros enrollados a mano y llevarlos a la siguiente área para ser envueltos en celofán, etiquetados y puestos en cajas.
Los trabajadores, hombres y mujeres, curan, clasifican, fermentan, enrollan y envuelven miles de cigarros que se venden alrededor del mundo.
Los/as trabajadores/as se sientan uno al lado del otro en equipos de dos, en un almacén grande de la fábrica de cigarros Tabacos de Oriente en Danlí, Honduras.
A pesar de que es un trabajo agotador y tedioso, los trabajos en la fábrica de cigarros son muy codiciados en un país donde el 66% de los/as hondureños/as vive en pobreza. La mayoría de los hogares viven con menos de $1,90 al día, y la violencia es uno de los obstáculos principales para reducir la pobreza.
Los cigarros finos son enrollados a mano.
La fábrica se divide en tres secciones: pre-producción, producción y empaque. Las hojas de tabaco tardan entre dos y tres años para fermentar. Lo primero que se nota al entrar en la fábrica es un olor ligeramente dulce y picante, pues es una mezcla de amoníaco y azúcar de la nicotina, combinado con aromas como cereza, miel, moca y mezquite añadido a las hojas. Este olor penetra cada centímetro de la enorme fábrica.
Peña menciona que el trabajo es especialmente difícil para los nuevos empleados. "Cuando son nuevos, las primeras dos semanas experimentan náuseas y dolores de cabeza. Es un comienzo muy difícil. Es un trabajo muy duro. Por lo general trabajan más de 12 horas al día y durante la temporada alta de producción, trabajan más horas", dijo Peña.
Al frente del almacén, hasta donde la vista alcanza ver, hay gente de todas las edades sentadas una al lado de la otra en lo que parece una cruz entre un escritorio de estudiante y una máquina de coser, con las cabezas inclinadas, y sus dedos manchados que nunca paran de moverse. La mayoría de los 3.600 empleados son mujeres.
Peña ha estado predicando y trabajando como consejero en la fábrica durante tres años. Es pastor de dos congregaciones y está a cargo de la junta directiva de misión de Honduras, donde llegó como misionero desde Puerto Rico. "Mi trabajo es venir todos los viernes y predicar a través del altoparlante. He establecido relaciones con la gente y me piden que vaya a sus casas cuando están pasando momentos difíciles", dijo.
Peña dijo que como los/as trabajadores/as son de diferentes denominaciones y creencias, evita los temas denominacionales, y comparte teología y creencias generales. Se centra en las situaciones cotidianas de la vida. "Esa es una de las razones por las que me han mantenido en el trabajo", dijo sonriendo. Mencionó que el gerente de otra fábrica de cigarros le está invitando a predicar allá.
"Cuando no vengo, los/as trabajadores/as me preguntan “¿Por qué? Necesitamos que traigas el mensaje cristiano".
Es muy ruidoso dentro de la fábrica de cigarros, así que José Luis Tinoco encontró más fácil escribir su nombre en la mano para identificarse con la reportera visitante. Tinoco y Santos Martínez trabajan en el proceso de fermentación y rehidratan cada hoja con una manguera de goma en una pequeña habitación húmeda. Foto de Kathy L. Gilbert, UMNS.
*Gilbert es un reportero de multimedia para el Servicio de Noticias Metodista Unido. Comuníquese con ella al 615-742-5470 o [email protected].
Para leer el artículo original en inglés, visite el enlace: http://www.umc.org/news-and-media/chaplain-brings-word-of-god-to-cigar-factory-workers
**Michelle Maldonado es la Directora Asociada de Comunicaciones Hispano/Latinas de la IMU. Puede contactarle al (615) 742-5775 o por [email protected].