Las diaconisas en Alemania son un reflejo de una vida al servicio de Dios

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Hermana Gerda Liermann. Foto Mike DuBose, SMUN.
 

En medio de los escombros de la Segunda Guerra Mundial, algunas mujeres metodistas encontraron llamado y propósito en la vida de servicios como diaconisas manejando hospitales, enseñando y trabajando en iglesias locales; mientras cuidaban de enfermos/as y ancianos/as en sus hogares.

Ahora retiradas, varias de estas mujeres reflexionaron sobre los años posteriores a su decisión de “decir si a Dios”, un sí que significó renunciar a matrimonio y familia, y unirse a la comunidad de mujeres que tomaron votos de servir. Las retiradas todavía visten “Hábitos” o vestidos sencillos azules, con cofia blanca.

La Hermana Gerda Liermann de 89 años creció en Polonia, pero estuvo entre los expulsados por los alemanes después de la Segunda Guerra Mundial. Llegó como refugiada a Lubeck en Alemania, donde fue entrenada como enfermera infantil a través de la Iglesia Metodista.

“Yo realmente luchaba y discutía con Dios. Dios ganó la batalla” dijo Liermann, agregando que ella “estaba muy feliz con su vida con Jesús.” Ella quería ser diaconisa, pero no estaba interesada en la enfermería. Inicialmente le dijeron que su salud, que había sufrido por la falta de alimentos y por el trauma de la guerra, era muy débil para unirse a la orden; sin embargo, las diaconisas de Hamburgo le dijeron que ella podía vivir en la casa y tratar de recuperarse. 

En 1949, fue aceptada como diaconisa y se fue a Berlín, donde estuvo a cargo del área para hombres en el hospital. “Los hombres me enseñaron acerca del futbol, y yo les dije ‘Ustedes me escucharán cuando les hable acerca de la fe.’ Ellos me enseñaron acerca del futbol y yo les enseñé acerca de Dios” nos comentó.

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Sister Hildegard Mantz. Foto Mike DuBose, SMUN

En 1998 el hospital de Berlín fue convertido en un asilo para ancianos, y ella fue enviada para Hamburgo. Diecinueve diaconisas viven en la casa de retiro en Hamburgo, algunas de ella en cuidados a largo plazo. “Eso fue muy difícil después de haber vivido 43 años en Berlín,” nos dijo.

La Hermana Rose Haubermann, una de las 10 diaconisas que vive en la casa de retiro, anexa a la oficina central de los Metodistas Unidos en Frankfurt, sirvió en una iglesia local en Heidelburg. Ella habló con el Servicio de Noticias Metodista Unida pocos meses antes de su muerte en Febrero 2018. Ella era la matrona de la hermandad de Frankfurt. Nos dijo que había hecho de todo, actuando algunas veces como pastor, y liderando a la congregación en el servicio de adoración.

“Cuide de los jóvenes, de los círculos de mujeres, del servicio de adoración de los niños” nos dijo Haubermann, agregando que manejaba su bicicleta para visitar y cuidar de los enfermos.

“La juventud fue hermosa” nos dijo, observando que era común para las Hermanas el ayudar a manejar las iglesias.

Las hermanas Lilly Groß (izquierda) y Rose Häußermann disfrutan del almuerzo juntas en su casa de retiro adjunta a la sede central de United Methodist en Frankfurt, Alemania.
 
Diaconisas, y misoneros del hogar, ahora son una orden

Diaconisas modernas y misioneros del hogar, como las diaconisas alemanas que sirvieron después de la Segunda Guerra Mundial, están calificadas en su profesión, nos dijo una alta ejecutiva de Mujeres Metodistas Unidas.

Hay 160 diaconisas y misioneros del hogar activos en los Estados Unidos de América, y alrededor de 400 en las Filipinas, nos dijo Harriet Olson. Los misioneros del hogar son hombres; hay 180 diaconisas retiradas en los Estados Unidos de América.

La Hermana Lilly Grob, diaconisa retirada en Frankfurt, dijo que durante la Segunda Guerra Mundial cuando Stuttgart fue bombardeada, ella oyó la voz de Dios que le dijo “Sé una diaconisa.” Ella realmente quería casarse y tener hijos, “Pero muchos hombres murieron en la guerra” nos dijo. Su madre le recomendó que hablara con el pastor acerca de su conversión a diaconisa, mientras su padre quería que se casara.

Cuando las mujeres se unieron a la orden, trajeron todas sus pertenencias, dijo Grob, quien recordó haber llegado por tren con sus dos maletas. “Después de la guerra nadie tenía mucho dinero, pero trajimos todo lo que pudimos” nos dijo.

Todas las diaconisas estuvieron de acuerdo en que tenían suficiente para llevar una buena vida en las comunidades, que de alguna manera era parecido a la vida en un convento católico; una vida que incluía amistad, fe y diversión.

 
El Rev. George Miller visita a las diaconisas metodistas unidas en Frankfurt, Alemania. Miller es un misionero metodista unido y tiene una oficina en el edificio donde viven las hermanas.
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Hermana Anita Hübner. Foto Mike DuBose, SMUN.

La hermana Anita Hűbner, que tenía 19 años cuando se convirtió en diaconisa, amaba el trabajo, especialmente la enfermería.

La Hermana Christine Grunert, a sus 73 años es una de las diaconisas más jóvenes en Hamburgo, y cree que las Hermanas jugaron un rol importante en la vida de la iglesia. “Ofrecemos el púlpito al mundo. Estuvimos hombro con hombro con las personas. Cuando las personas están enfermas, son más abiertas al Evangelio” nos dice, agregando que ella no pensó podía querer convertirse en pastor. “Siempre estuve interesada en leer literatura teológica pero no como mi profesión principal.” Aprendió acerca de las diaconisas porque sus padres eran miembros de la Iglesia Metodista.La hermana Anita Hűbner, que tenía 19 años cuando se convirtió en diaconisa, amaba el trabajo, especialmente la enfermería.

Ella y otras diaconisas dijeron que hoy en día, las personas no quieren vivir una vida simple, compartiendo sus propiedades y renunciando al matrimonio y a la familia. “Ellos buscan otras maneras de vivir,” dice Grunert. Ella iba a casas particulares para cuidar de los enfermos. Las diaconisas eran pagadas por gente adinerada, y cuidaban de los pobres de gratis.

Recuerda que la matrona del hospital en Chemnitz tenía un escrito en la pared de cada habitación: “¿Qué es lo que quiero? Quiero servir. ¿A quién quiero servir? Quiero servir al Señor en los enfermos y en los pobres. ¿Cuál es mi recompensa? Estoy autorizada para servir”.

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Hermana Christine Grünert. Foto: Mike Dubose.

Ella presentó la solicitud para ser diaconisa en Hamburgo pero no le permitieron cruzar para la que era Alemania Occidental, por lo que fue educada en Alemania Oriental, donde tenía tres días de clases, y dos días de trabajo práctico.

Las diaconisas usan un broche que representa fe, esperanza y amor. La cruz es la fe, la forma de corazón es amor y el ancla es esperanza, dijo Grunert.

La Hermana Elfriede Harders de 90 años, dijo que ella estaba trabajando en 1945 con una muchacha que no pudo regresar a Berlín, por lo que la llevó a la casa de su familia en Alemania Oriental, cerca del Mar Báltico. La muchacha tenía una tía que era diaconisa en Frankfurt. En búsqueda de educación, ellas llegaron a Hamburgo y estudiaron para ser enfermeras.

“Me convertí en cristiana y en diaconisa” nos dijo, agregando que se unió a la orden en 1946. Recordó haber recibido sus hábitos al comienzo del período de prueba de cinco años. Además de ser entrenada como enfermera, dijo que principalmente trabajaba en una oficina supervisando a las otras enfermeras.

“Acepté e hice todo lo que me pidieron que hiciera. Ahora puedo hacer lo que quiera. Fui feliz y estaba satisfecha con mi vida. Tuve una vida feliz”, nos dijo con una sonrisa.

Hermana Seebach, diaconisa metodista unida, recibe visitantes en su cuarto en la casa de retiro de Frankfurt, Alemania. Foto Mike Dubose, SMUN.

Conocer a estas mujeres notables que dedicaron sus vidas a servir a Dios y a sus comunidades, fue de los mejores momentos de la visita a Alemania. Queremos dedicar esta historia a la memoria de la Hermana Rose Haubermann.

Brown es editora del Servicio Metodista Unido de Noticias y DuBose es fotógrafo de Comunicaciones Metodistas Unidas (UMCOM). Para hacer contacto con ellos llame al 615-742-5470 o [email protected]

** Leonor Yanez es traductora independiente.

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