Niño Dios, ¡no te he olvidado!

Faltaban días para la Navidad. Cómo no iba a saberlo, si ese día viene marcado en el corazón de cada chiquillo. Y aunque vivía en un país tropical, era un día de mucho frio, nieve y esperanza. Lo del frio y la nieve fue pura imaginación, importada de fotos de otras latitudes; lo de esperanza, aún en estos días de absoluta incertidumbre y augurios catastrofistas, es una verdad del tamaño de una catedral.

El Niño Dios -verán ustedes- me lo imaginaba correlón, travieso, descalzo, con hambre y obediente; dispuesto a ayudar a otros si se lo pidiesen.
Esa tarde se lo pedí.

"Querido, Niño Dios" -aquel ruego lo hice sin ninguna duda mientras me columpiaba en un trapecio al lado de un barranco-, "quiero pedirte un milagro grande, muy grande, grandísimo; y es que para celebrar tu nacimiento no tenemos juegos de pólvora, de esos que hacen ¡pop!, ¡bum!, ¡ratatat!, y de aquellos que hacen ¡puf! y salen muchas luces de colores. Si me los das te prometo -hombre, el chiquillo que fui entendía de negociar con la divinidad, un favor debe de llevar su penitencia -jamás te olvidaré".

El cielo sobre mi cabeza era profundamente azul. Cierro los ojos y aún en este día siento la brisa pasando sobre mis orejas en el ir y venir de aquel trapecio. Estaba completamente seguro, segurísimo, que ese favor lo recibía porque era una oración de chiquillo a Chiquillo.

Él me comprendería, yo también iba de pantalones cortos, descalzo, travieso y con hambre. El Uno era el reflejo del otro. Yo entendía la pobreza del pesebre y Él la mía.

- ¿Trato hecho?, -le dije con entusiasmo.
Mi pregunta se deslizó hacia infinito azul que me coronaba.
Al no tener respuesta me consolé:
-Tardará un par de días en llegar.

Ahora la angustia era doble: esperar los juegos de pólvora y esperar la Navidad. Sin petardos navideños era mejor que Dios cancelara la Navidad. Era la tarde, cualquier tarde fue igual, pero ésta nos pondría a 24 de la esperada fecha y la bendita pólvora no aparecía por ningún lado.

Sin aspavientos, sin aviso alguno, dos motos Vespa cargadas de bolsas y bolsas y bolsas, colgando por los cuatro costados; con sus dos motociclistas, uno de ellos le dice a mi padre:
-Jonathan, somos fabricantes de pólvora china, la mejor, y hemos oído que a sus hijos les gusta mucho este tipo de cosas...;
Corrí.
Sin saber a dónde iba.
Corrí.
Por el placer de correr.
No supe hacer otra cosa.

- ¡Lo hiciste!, ¡lo hiciste! No te olvidaré -repetía en mi carrera.
Eran miles de volcanes, lucecitas, bombetas, silbadores, platillos voladores, etc., etc.

Le dije a mi hermano:
-Eliseo, tenés que ver la pólvora.
Y Tomás, con cierta sorna pregunta:
- ¿Cuál pólvora? ¿De qué hablas?
-La que me ha dado el Niño Dios
- ¿Cual Niño Dios?
-El del trapecio!!!
- ¿Cual trapecio?
Les advierto, Eliseo es el pastor, ¡uno de los mejores!

-Hoy mismo empezamos a tirar bombazos por todos lados, -dijo mi hermano con voz autoritaria.
-No, son para Navidad.
-Estás loco, mi hermano, tenemos para llegar al 31 quemando pólvora y nos sobra para el otro año.

Aquella inolvidable Navidad, en cada luz iba un suspiro: "¡no te olvidaré jamás¡", en cada silbador mi alma repetía: "¡viva el Niño Dios que se acordó de mi!"
¿Dormir?
¿Cómo? Estaba excitadísimo. El Niño Dios estuvo conmigo y hasta nos explotó uno que otro cohetillo en la mano.

Y ahora, a mis 60 recién cumplidos, quisiera llorar porque -sí-, tengo que decirlo, por el cinismo del adulto, por esas posturas teológicas, por aquello de que: "Nadie sabe el día del nacimiento, esta celebración es pagana, es puro mercantilismo, etc., etc.", me olvidé del milagro del Niño Dios.

- ¿Me perdonas? Te prometo que esta Navidad volveré al chiquillo que fui. No te he olvidado.
Y por esas cosas del destino este año tuve la dicha de sostener en mis brazos a mi primera nieta. Chavi, le digo con ternura. Me la dieron de ojos azules para que no se me olvide el trapecio, el barranco, el cielo profundamente azul, mi oración infantil y el milagro de la multiplicación de los cohetes.
Lloro emocionado al pensar que un día, Chavi, sentada en mi regazo me dirá:
-Abuelito, cuéntame una historia de Navidad...;
-Había una vez un niño descalzo sobre un trapecio y bajo el cielo azul de la mañana oró pidiendo...;

¡Esta Navidad seré un niño!


el Intérprete, noviembre-diciembre, 2012

Temas Sociales
La Pastora Jackeline Vives coordinadora de abogacía y estrategia (izquierda), la Revda. Rosanna Panizo coordinadora de Educación en Abogacía (derecha) y la Dra. Emma Escobar presidenta de MARCHA (centro), moderaron el seminario web "Escuchando Nuestra Esperanza" en el cual participaron líderes hispano latinos de las diferentes jurisdicciones de La Iglesia Metodista Unida. Captura de pantalla Rev. Gustavo Vasquez, Noticias MU.

MARCHA organizó seminario web en apoyo a ministerios con migrantes

Las políticas migratorias del actual gobierno, está afectando la vida cotidiana de muchas familias migrantes en EE.UU. y Puerto Rico y se denuncian atropellos y violaciones a los derechos humanos, en medio deportaciones masivas. Iglesias y líderes están acompañando a muchos de los afectados en sus comunidades.
Entidades de la Iglesia
Algunos/as de los/as miembros del Comité Ejecutivo del Plan para el Ministerio Hispano-Latino de La Iglesia Metodista Unida. De izquierda a derecha (de pie): Rev. René Pérez, Raúl Alegría, Revda. Dra. Lydia Muñoz, Obispa Sandy Olewine, Obispa Lizzette Gabriel Montalvo y Jen Ihlo, Rev. Dr. Rodrigo Cruz. Sentados/as: Dra. Emma A. Escobar, Revda. Ella Luna Garza, Revda. Fabiola Grandon-Mayer y el Rev. Giovanni Arroyo. Foto cortesía del Plan para el Ministerio Hispano-Latino (PMHL).

Comité del Plan para el Ministerio Hispano-Latino se reunió en Baltimore

La reunión correspondiente a periodo de primavera, coincidio con la de la Junta Directiva de GCORR, por lo que fue una buena oportunidad para fortalecer las relaciones y trabajo conjunto de ambas organizaciones.
Faith Sharing
Revda. Dra. Lydia Muñoz.

Cuaresma de Solidaridad

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