Para una nación que se enorgullece de su cuidado a la infancia, los esfuerzos para eliminar el programa Acción Diferida para las/os Llegadas/as en la Niñez (DACA), parecen contradictorios a este valor y mezquinos. Eliminar DACA sería un castigo a los/as inocentes y una confiscación de nuestro futuro.
Casi 800.000 jóvenes se han beneficiado del programa DACA, a través del cual han podido salir de las sombras recibiendo un estatus legal, a corto plazo pero importante, y una autorización de trabajo. Sin embargo, los/as participantes en DACA no han recibido ningún beneficio gratuito. Han tenido que pagar honorarios legales y de procesamiento para convertirse en receptores de DACA. Ellos han tenido que mantener su DACA al día pagando tarifas adicionales, asistiendo a la escuela a su propio costo y trabajando. Para tener la oportunidad de permanecer en el país al cual les trajeron sin que pudieran decidir al respecto, los/as participantes de DACA han tenido que trabajar duro; no han recibido nada gratis. Además, ellos han traído grandes beneficios a los EE.UU.
La Iglesia Metodista Unida hace un llamado a defender DACA
En junio, procuradores de 10 estados amenazaron con demandar a la administración Trump si el presidente deroga DACA antes del 5 de septiembre de 2017.
Se estima que los/as participantes en DACA representan 695,000 personas activas para integrar la mano de obra en el país. Según un estudio reciente, "una nueva amenaza para DACA podría costar a los estados miles de millones de dólares" de acuerdo con Nicole Prchal Svajlenka y otros analistas, la exclusión de los/as participantes en DACA de la mano de obra estadounidense, se traduciría en una pérdida de $ 460.3 mil millones del PIB nacional durante la próxima década. Los/as participantes en DACA han beneficiado a la economía de todo el país y la pérdida de su mano de obra tendría un impacto profundamente negativo en la economía nacional. Desde este punto de vista, eliminar este programa sería un gran error también económico.
He conocido a estos/as participantes en DACA; son jóvenes brillantes y comprometidos/as con el país, que aspiran a ser médicos/as, enfermeros/as, abogados/as, científicos/as, astronautas, profesores/as y predicadores/as. Fueron ellos/as los que por su voluntad política y esfuerzos comprometidos obtuvieron aprobación de una acción ejecutiva como DACA. Nadie lo hizo por ellos/as, aunque muchos/as los/as apoyaron entonces y los/as apoyan hoy, incluyéndome a mí misma. Están decididos/as a crecer y aprender, cuidar de sus familias, contribuir a sus comunidades y hacer una diferencia en el mundo. Creo que harán grandes cosas que nos beneficiarán a todos/as si continuamos apoyándoles.
Como cristiana, creo que el bienestar de la comunidad inmigrantes, y en particular de sus niños/as y jóvenes, está por encima de las políticas de inmigración obsoletas y ciertamente por encima de la política partidista. Jesús mismo una y otra vez demuestra a través de sus acciones, la importancia de los/as niños/as, sanándolos, acogiéndolos en su presencia y declarando que el reino de Dios les pertenece.
Por el contrario, quienes procuran la eliminación de DACA demuestran el tipo de políticas de odio que no sólo perjudicarían a los/as niños/as y jóvenes inmigrantes, sino que también contribuirían a la formación de una cultura de prejuicios y discriminación que perjudicaría a todos/as los/as niños/as y a la cultura de nuestro país, una cultura que se fundamenta en el respeto y aceptación prójimo.
Enseñamos a los/as niños/as de este país los valores de respeto, aceptación y la creencia de que todos/as los/as niños/as son de igual valor. Mantener el DACA y fortalecerlo puede contribuir a esta lección.
* Obispo Minerva G. Carcaño, Área San Francisco de la Iglesia Metodista Unida.
** El Rev. Gustavo Vasquez es el Director de Comunicaciones Hispano/Latinas de la IMU. Puede contactarle al (615)742-5111 o por el [email protected].