Puntos Clave:
- La salvación no es una cuestión de elección excluyente, concedida a unos/as y negada a otros/as. El amor de Dios, derramado en la cruz, fue ofrecido por todos/as.
- Nuestra tradición teológica wesleyana exige que respetemos el valor de cada ser humano.
- Este era un tema común entre muchos/as abolicionistas metodistas.
Artículos de Opinión
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Laura Smith Haviland (1808-1898) nació cuáquera y se convirtió en una destacada abolicionista en Michigan durante la década de 1830, pero descubrió que su comunidad de fe no la apoyaba, por lo que recurrió a una comprensión wesleyana de la salvación y descubrió un fuego insaciable que ardía por la libertad.
En la década de 1850, Haviland estaba en Louisville, Kentucky visitando a un amigo que había sido arrestado por actividad ferroviaria subterránea. El carcelero de Louisville era un metodista, un líder de clase metodista, para ser precisos, quien trató de convencerla de que todos/as los/as abolicionistas estaban equivocados/as y que la esclavitud no era tan mala. Luego preguntó exasperado: “Me gustaría saber... de dónde sacan ustedes, los/as abolicionistas, sus principios de igualdad de derechos” a lo que Haviland le respondió en términos muy claros: “Los encontramos entre las tapas de la Biblia”. Luego, con sublime detalle, explicó que todas las personas son creadas a imagen de Dios, y por si esto no fuera suficiente claridad, Jesús murió y resucitó por todos/as y cada uno de los seres humanos. Las personas son doblemente sagradas.This emphasis on the cross was rooted in a particular teaching of the Wesleyan tradition. Salvation is not a matter of exclusionary election, granted some and denied others. The love of God, shed abroad on the cross, was offered for all — and not simply all in a nondescript way — but each and all in personal, sacrificial power.
Este énfasis en la cruz tenía sus raíces en una enseñanza particular de la tradición wesleyana. La salvación no es una cuestión de elección excluyente, concedida a unos/as y negada a otros/as. El amor de Dios derramado en la cruz, fue ofrecido por todos/as y no simplemente por todos/as de una manera anodina, sino por todos/as y cada uno/a de ellos/as en un poder personal y sacrificial.
John Wesley recalcó esta convicción a menudo. Sus notas del Nuevo Testamento declaran que Jesús probó la muerte por cada persona “que ha nacido o nacerá en el mundo” (Hebreos 2: 9). ¡Y ese carcelero de Louisville se llamó a sí mismo un líder de clase metodista!
Pienso en esta doctrina wesleyana y sus implicaciones para el trabajo antirracista actual. En una era en la que incluso la memoria de la esclavitud se distorsiona y se fabrica para perpetuar la injusticia, nuestra tradición teológica exige que respetemos el valor de cada ser humano. Este fue un tema común entre muchos/as abolicionistas metodistas. He contado la historia de cinco de ellos/as en un nuevo libro Vidas Convincentes: Cinco Abolicionistas Metodistas y las Ideas que los Inspiraron (Cascade, 2023). Mi libro es parte de una interesante iniciativa académica llamada serie “Exploraciones wesleyanas y metodistas”.
Cuando la familia wesleyana hoy busca la justicia racial está tomando en serio su herencia teológica y es por eso que muchos/as están invirtiendo tiempo y energía en una variedad de programas conocidos generalmente como trabajo contra los prejuicios y el racismo. Este no es un esfuerzo secular y de moda; es un ejemplo de que los/as wesleyanos/as son wesleyanos/as.En particular durante los últimos años, muchos/as metodistas unidos/as han organizado, presentado y aprendido de una serie de eventos destinados a “desmantelar” el racismo, en los que se tratan temas que van desde confrontar el apoyo de nuestra cultura dominante al colonialismo hasta comprender cómo los sistemas a menudo codifican los prejuicios.
En la Conferencia Anual de Michigan, de la que soy miembro, existe un programa educativo integral para abordar estos y otros temas relacionados. Cada pastor/a ha hecho convenio de participar en esta empresa, y a través de la conexión hay almas creativas y consistentes que avanzan en un trabajo similar. Estos énfasis tienen que ver, en última instancia, con nuestra integridad teológica: nuestras convicciones con respecto a Dios y el valor de las personas.
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El viaje más allá del racismo debe ser consciente de los sistemas y estructuras, pero también debe ser personal. Sojourner Truth fue una metodista conocida por la forma en que vivía la ley de Dios. Esto no fue una justicia por obras ni un intento de ganarse el favor de Dios.
Una colega del estado de Nueva York escribió una vez una carta recomendando su testimonio a sus amigos/as: “Déjenla que cuente su historia sin interrumpirla, presten mucha atención y verán que tiene la palanca de la verdad, que Dios la ayuda a entrometerse dondequiera que esté pero pocos pueden”. Para terminar, este hombre insistió en que “ella no sabe leer ni escribir, pero la ley está en su corazón”. Truth conocía lo bueno y lo malo de las estructuras sociales, pero las enfrentó con un corazón puesto en Dios.
La ley moral, la ley misma de Dios, no era una carga externa ni algo que debiera descartarse. Como enseñó Jeremías en su profecía (31: 33-34) y como lo reiteró en Hebreos 10: 16, nuestra misma santidad depende del cumplimiento de la ley de Dios en nuestros corazones, y esa ley exuda amor incondicional por todos/as y cada uno/a.
Es hora de dejar de lado la división no auténtica entre la integridad teológica y la búsqueda de la justicia racial. Según nuestra tradición doctrinal, se trata de dos caras de una misma moneda. Las tácticas de difamación utilizadas para presentar las preocupaciones contra el racismo como una agenda peligrosa y motivada ideológicamente son falsas y, francamente, contrarias a nuestra teología.
Laura Haviland profesó que cuando Jesús entró en nuestro mundo “para morar por un tiempo en nuestra esfera terrenal, para sufrir y morir la muerte ignominiosa de la cruz, derramó su preciosa sangre por toda la familia humana, sin importar nación o color. Creemos que todos/as son igualmente objeto de amor redentor”.
¿Creemos esto hoy? Nuestra integridad teológica está en juego.
* Momany es un ex profesor universitario y capellán. Se desempeña como pastor de la Primera Iglesia Metodista Unida en Dowagiac, Michigan. Durante tres décadas, ha investigado los argumentos a favor y en contra de la esclavitud en el pasado de Estados Unidos. Su libro de 2018: Para Todos/as y Cada Uno/a: El Testimonio de Asa Mahan (Foundery Books), rastrea estos argumentos y documenta el testimonio abolicionista del filósofo y presidente de la universidad Asa Mahan. Contacto con los medios de comunicación: Tim Tanton o Joey Butler. Puede llamarlos al (615) 742-5470 o escribirles a [email protected]. Para leer más noticias metodistas unidas, ideas e inspiración para el ministerio suscríbase gratis al UMCOMtigo.
** Leonor Yanez es traductora independiente. Puede escribirle a IMU Hispana-Latina @umcom.org