El Obispo R. Bruce Ough, presidente del Concilio de Obispos de La Iglesia Metodista Unida, emitió el siguiente comunicado sentando la posición de este concilio, frente a los episodios de violencia armada sucedidos en los EE.UU. esta semana.
Ante la secuela de muertes violentas esta semana en Baton Rouge en Luisiana; St. Paul en Minnesota y Dallas en Tejas, queremos llevar un mensaje a una nación que se siente abrumada por la ira, el dolor, la frustración y la desesperación. Estas muertes han dejado nuestros corazones y voces clamando por justicia. La evidencia preliminar y las impactantes imágenes de vídeo, son un recordatorio convincente de que tenemos un trabajo por hacer. Las muertes de jóvenes negros en encuentros con policías blancos, llaman a la necesidad de una respuesta política de ambos partidos y de acciones legislativas, más allá (pero incluyendo) las declaraciones y oraciones de la iglesia. El posterior episodio de muerte de los oficiales de policía, nos recuerdan el honorable servicio que la gran mayoría de los policías ofrece a las comunidades y el ciclo destructivo de la violencia y venganza. Oramos por cada familia en que sufre dolor profundo por las pérdidas de vidas inocentes.
Hacemos un llamado al pueblo de La Iglesia Metodista Unida, asumir la complejidad del desafío que representa una situación como esta. Afirmamos que cada persona es creada a imagen de Dios. Reconocemos nuestra complicidad en el pecado del racismo institucional, que niega integridad natural y sagrada de cada persona. Confesamos que tenemos a menudo le damos más importancia a nuestras diferencias ideológicas que a nuestro sentido de unidad como cuerpo. Nos arrepentimos de nuestra tentación de vivir en el miedo mutuo de unos hacia otros y de buscar seguridad en otras sin tomar en cuenta a Dios. Reivindicamos la necesidad y el privilegio que tiene todo cristiano de escuchar y buscar entendimiento profundo, cuando hermanos y hermanas claman por justicia. Nos comprometemos a hablar en nombre de aquellos a quienes se les niega la justicia y apoyamos a quienes tienen el duro trabajo de hacer respetar la ley y, al mismo tiempo, buscamos maneras de avanzar hacia una mejor participación de la comunidad. Nos comprometemos a abordar el problema del encarcelamiento masivo de jóvenes negros en nuestra sociedad. Reconocemos la tentación de ignorar la cara de la violencia masiva en nuestra sociedad, y escuchamos el llamado de los discípulos de Jesús para ir más allá de ser simples amantes de la paz, a ser sus constructores.
Vamos a orar juntos y juntas, para que Dios obre a través de nosotros y poder dar testimonio del llamado de Cristo a llevar sanidad y reconciliación a una comunidad confrontada y un mundo dividido. Que cuando no podemos encontrar la fuerza que necesitamos en nosotros mismos, podamos volvernos a ti, porque tú nos llamas a amar a nuestro prójimo. Que el amor de Dios eche fuera el temor. Haznos un pueblo que sirva como herramienta de cambio, transformación, reconciliación, justicia y paz; especialmente en esta hora, cuando confrontamos cara a cara la lucha, el dolor, la tragedia y el malestar, con la confianza en el poder de tu amor Dios nuestro, redentor, sanador y ¡príncipe de la paz!. Oramos por el cumplimiento, en nuestros tiempos, de la profecía dada a Zacarías en el primer adviento clamando "Ven, Señor Jesús" y tráenos la promesa del Evangelio:
Porque nuestro Dios, en su gran misericordia,
nos trae de lo alto el sol de un nuevo día,
para dar luz a los que viven
en la más profunda oscuridad,
y dirigir nuestros pasos por el camino de la paz.
(Lucas 1:78-79)
* Obispo R. Bruce Ough, Presidentede Concilio de Obispos/as. Para ver la publicación original en inglés de este comunicado oprima aquí.