En el Día de Todos los Santos estoy recordando a los/as que he conocido y que han sido de bendición para mi vida; la lista es larga y los recuerdos profundos. Siento su presencia incluso ahora, una señal de que el velo entre esta vida y la vida eterna es muy delgado. Cuando recuerdo a estos/as santos/as pienso en mi madre Rebecca, que se acerca cada vez más cerca a la gran nube de testigos para entrar en la comunión de los santos que nos rodean. Sólo Dios sabe cuándo el viaje de mi madre se completará, pero 20 años de lucha con la enfermedad de Alzheimer ha hecho mella en su mente y su cuerpo. Hace poco compartí en el encuentro del Claro la difícil situación y el viaje de mi madre, cuando surgió una pregunta acerca de dónde estamos como metodistas unidos/as en el tema de la eutanasia (suicidio asistido). El tema se puso en discusión como consecuencia de las preocupaciones que han surgido ante iniciativas legales seculares en torno a este controvertido tema.
Desde que nuestro clero se reunió a mediados de septiembre, el gobernador Jerry Brown firmó una ley de California que permitirá a los médicos para proporcionar recetas letales a adultos mentalmente competentes, que han sido diagnosticados con una enfermedad terminal y cuya esperanza de vida es inferior a seis meses. Estos procesos legislativos procurarán que esta ley se implemente en enero de 2016 a la mayor brevedad.
Nuestra propia conferencia anual, en su reunión de junio, aprobó una resolución para pedir a la Conferencia General de La Iglesia Metodista Unida "...... afirmar que uno de los mayores dones que Dios nos ha dado como seres humanos es la libertad de buscar una vida digna en consonancia con la fe y las creencias de cada quien". La resolución establece además que" Para muchas personas con enfermedades terminales que enfrentan una muerte inevitable e ineludible, el creciente movimiento en favor de una muerte digna ahora ofrece esa libertad". Quienes presentaron la resolución que fue aprobada hicieron un llamado a las congregaciones locales para apoyar los esfuerzos que se realizan actualmente y todos aquellos nuevos que surjan, para educar a los/as miembros de la iglesia y a la sociedad general, acerca de la eutanasia y el movimiento por una muerte digna. El texto completo de la resolución lo puede encontrar en el siguiente enlace (RES 15-12, pag.127): http://www.calpacumc.org/wp-content/uploads/2015/01/CP-AC-2015-PR-Legislation-Compressed.pdf
Tanto la nueva ley de California y como la resolución aprobada recientemente por la Conferencia Anual California-Pacífico, están en desacuerdo con la postura oficial de la Iglesia Metodista Unida, la cual define lo siguiente entre sus principios sociales: "La Iglesia se opone a suicidio y la eutanasia asistida". (Principios Sociales de la UMC, párrafo 161, II.N)
Nuestro Libro de Disciplina metodista unido en su edición del 2012, bajo el título de "Principios Sociales: La Comunidad que Nutre", sección N sobre el Suicidio y el Libro de Resoluciones de ese mismo año en el título "Cuidado Fiel para las personas en el sufrimiento y la muerte", argumentan que el suicidio no es la forma en que una vida humana debe terminar y se oponen a la toma de la vida calificándola de ofensa contra el dominio único de Dios sobre la vida y como un abandono de la esperanza y humildad ante Dios. Nuestra Iglesia reconoce que el suicidio puede ser el resultado de la depresión, el dolor, el sufrimiento y llama a la iglesia a asumir su obligación de ver que todas las personas tengan acceso a la atención pastoral y médica en tales circunstancias. Si una persona se suicida, afirmamos con el Apóstol Pablo que nada nos puede separar del amor y la gracia de Dios (Romanos 8: 38-39), por lo que nadie debe ser condenado o estigmatizada por suicidio. Los afectados por el suicidio o intento de suicidio, tienen necesidad del amor y el cuidado de la iglesia.
La Conferencia General de la Iglesia Metodista Unida, se reunirá en mayo 2016 para tomar decisiones acerca de cómo debemos vivir nuestra fe en este tiempo, en particular sobre la cuestión de suicidio asistido, eutanasia, o lo que algunos prefieren llamar la muerte con dignidad. No hace falta decir que esto es un asunto complejo que requiere de mucha oración, estudio bíblico y reflexión teológica.
Considerando la condición de mi propia madre, desearía haber tenido esta conversación con ella cuando todavía estaba mentalmente lucid. Su caída ha llegado en etapas y en el camino que hemos hecho todo lo posible para cuidar de ella y rodearla con amor. Lo que puedo decir sobre mi madre es que la hemos visto luchar por su vida a lo largo del camino. Ella ha sobrevivido en momentos en que los médicos nos han preparado para su muerte inminente. Cada vez que ella ha vuelto ha sido capaz de amar y ser amada, de reír y se regocijarse al ver a su familia rodeándole, disfrutar de una buena comida, dormir profundamente y levantarse, a veces, cantando sus amados himnos de fe. Nunca olvidaré cuando después de un momento particularmente duro nos dijo a sus hijos/as: "Yo no recuerdo sus nombres, pero sé que son míos/as".
Hace cinco años mi madre perdió a su capacidad de caminar. En los últimos meses ha perdido su capacidad de comer y hace apenas unas semanas caí en cuenta de que estaba perdiendo su capacidad de hablar, aunque su habla desde hace algún tiempo ha sido más balbuceo que las palabras. Todos los días rezo para que Dios sea misericordioso con ella y la última vez que sostuve su mano, sentí una paz dentro de ella que me trajo la paz a mí. Por este regalo y la gracia que me sostiene estoy agradecida con Dios.
Ayudar a mi madre a morir para hacer frente a su sufrimiento nunca ha sido parte de nuestro pensamiento como una familia, pero no ha sido fácil ver a su caída y sufrir durante todos estos años. Su sufrimiento ha impactado la vida de todos. Su sufrimiento también nos ha hecho más conscientes de otros que sufren como ella ha sufrido y aún sufren en peores circunstancia. Nuestros corazones y oraciones están con estas personas y sus seres queridos.
En medio de todo, lo que está claro para mí es que la vida es sagrada y frágil, que debe ser atesorada y vivida de la manera más plena posible. Cada día tengo a una comprensión más profunda de lo que significa ser mortal y de nuestra total dependencia de Dios. También, la misericordia de Dios me sigue sorprendiendo; es una bendición más allá de nuestra comprensión, pero que siempre está presente en nosotros/as. Porque yo he experimentado la misericordia de Dios en el sufrimiento y la muerte, me atrevo a creer que si nuestros cuerpos de carne y hueso pueden ir más lejos, nuestro clemente y misericordioso Dios entendería nuestra elección de ir a casa, a su santa presencia y nos recibiría en el hogar entorno, junto con todos/as los/as santos/as"
Que la paz y la misericordia de Dios esté con todos nosotros,
Rev. Minerva Carcaño G.
Obispa Residente del Area de Los Angeles
La Iglesia Metodista Unida
* El Rev. Gustavo Vasquez es el Director de Comunicaciones Hispano/Latinas de la IMU. Puede contactarle al (615)742-5111 o por el [email protected].