El éxodo de personas de Venezuela ha superado actualmente, los 4.9 millones de personas, es decir el 15.6% de la población del país, según cifras de ACNUR (la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados). Por su parte, el Instituto Brookings (una ONG con sede en Washington DC) declaró recientemente que la crisis en Venezuela ha alcanzado la misma proporción que la situación de los refugiados en Siria, pero sin guerra declarada. Los números de las personas que huyen del país continúan aumentando a un ritmo acelerado. ACNUR estima que el número puede llegar a 6 millones en 2020.
Brookings describió la situación venezolana como la crisis de refugiados más grande y con menos fondos en la historia moderna.
La economía venezolana se ha contraído en un 65% desde 2013. Ya sea que los venezolanos que abandonan el país sean considerados refugiados o migrantes económicos, se desarrolla una gran crisis humanitaria en el hemisferio occidental.
Un grupo infantil "La Voz de los/as Sin Voz” en Bucaramanga, Colombia, ofrece esperanza y compañía a los/as niños/as inmigrantes venezolanos/as, cuyas familias huyeron de la agitación política existente en su país. Foto cortesía de la Iglesia Colombiana Metodista.
Las Naciones Unidas estiman que 300,000 están en riesgo en Venezuela debido a la escasez de medicamentos y el acceso limitado al tratamiento médico. La situación dentro del país, dado el deterioro político, se vuelve más violenta. El ACNUR dice que muchos/as venezolanos/as cumplen con los criterios para el estatuto de refugiado, pero no lo solicitan porque desconocen sus derechos internacionales.
El Comité Metodista Unido de Auxilio (UMCOR) se ha asociado con iglesias metodistas en tres países de América del Sur para ayudar a satisfacer las necesidades de los/as inmigrantes venezolanos/as que llegan. Las congregaciones metodistas en Perú, Colombia y Brasil confirman que muchos/as migrantes que encuentran son mujeres, a menudo embarazadas, niños/as y familias separadas de sus seres queridos. Muchos llegan con poco o nada.
Una voz para los sin voz en Colombia
Colombia, que comparte casi toda su frontera oriental con Venezuela, ha recibido más inmigrantes venezolanos/as que cualquier otro país, 1.7 millones y sigue en aumento. UMCOR entró en proyecto con la Iglesia Colombiana Metodista (ICM) para crear múltiples centros comunitarios de intercambio de información para niños/as llamado "Una voz para los que no tienen voz". Los centros también sirven a sus padres/madres, en ocho localidades en todo el país y corren la voz, en línea y en persona, sobre los servicios disponibles y los recursos del gobierno.
Un segundo énfasis se centra en las mujeres embarazadas y las mujeres con bebés que necesitan servicios de salud materno-infantil. La iglesia capacita a coordinadores que organizan equipos de respuesta en cada uno de los centros. A través de visitas domiciliarias, el proyecto ofrece acompañamiento y apoyo a las familias migrantes.
Los centros entregan paquetes de alimentos con nutrientes básicos a las familias. Así mismo, brigadas metodistas de salud visitan mujeres embarazadas, bebés y niños/as para ofrecerles atención médica. Los centros, a través de los grupos de niños/as y las reuniones de padres/madres, también ayudan a integrar a los/as migrantes venezolanos/as en las comunidades locales.
Belky Hernández, coordinador del programa en Bucaramanga, Colombia, cuenta la historia de Johimary Victoria Ortega, de seis años. Ella y su familia participan en el grupo de niños/as Girón. Para comenzar la escuela en Colombia, los/as niños/as venezolanos/as necesitan ayuda adicional para ponerse al día con respecto a los/as estudiantes colombianos/as. Johimary nunca había asistido a la escuela. Desafortunadamente, no había espacio en la clase preparatoria de tres meses para que ella se uniera. Estaba muy triste, pero llamó la atención de Hernández cuando apareció al día siguiente de todos modos y esperó para ver si había una oportunidad.
Cuando otro/a niño/a se retiró, Johimary se inscribió. Hernández dijo que: "Durante los tres meses que participó, aprendió a leer, escribir y formar oraciones, y disfrutó cada clase a la que asistió". Johimary ingresó a la escuela pública de Girón y comienza el primer grado este año: “ella siempre sonríe. No le gusta perderse las actividades del grupo. Su madre ahora tiene la esperanza de que Johimary y su hermana tengan un futuro mejor con nuevas oportunidades para fortalecer sus habilidades y talentos", dijo Hernández.
Una "casa de esperanza" en el Perú
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Perú alberga la segunda población venezolana más grande de América del Sur, con más de 860 mil migrantes. Carmen Mollo, quien dirige la Casa de Esperanza de la Iglesia Metodista del Perú en Lima, dice que los/as primeros/as refugiados/as llegaron hace tres años; era unos pequeños grupos al principio, pero en los últimos tiempos ha visto y aumento significativo.
"Un día, las familias que buscaban comida y refugio llamaron a las puertas de la Iglesia Metodista del Perú. Era invierno, frío y llovizna. Abrimos la puerta y nació la Casa de la Esperanza”, dijo Mollo.
El apoyo de UMCOR brindó una oportunidad a la Iglesia Metodista Miramar en el Distrito de San Miguel para remodelar su edificio como refugio familiar. Los/as migrantes que llegaron, hablaron de traumas a lo largo de sus viajes: asaltos, pérdida de dinero, abandono de propiedades y diversas penurias para llegar a Perú, a veces después de un viaje sin paradas ni descanso.
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La mayoría de las personas en Casa de la Esperanza son mujeres con hijos/as o embarazadas. El refugio proporciona una canasta de alimentos para necesidades nutricionales y la iglesia remite a los/as beneficiarios/as de sus servicios para que reciban atención médica.
"La llegada de nuestros hermanos y hermanas de Venezuela es una oportunidad que Dios nos brinda para que podamos manifestar el amor de Dios en nuestro prójimo", dijo Mollo. “Nos están enseñando el significado profundo de dar un salto de fe, como lo han hecho ellos/as. La Casa de la Esperanza no es solo un lugar de alojamiento y solidaridad solidaria, sino también un espacio de convivencia humana, donde florecen los lazos de amistad”.
Un kit de emergencia lleva a más en Brasil
El estado brasileño de Roraima, que limita con el extremo sureste de Venezuela, recibe un promedio de 1.300 migrantes venezolanos/as diariamente. El año pasado, 184.338 mil venezolanos ingresaron a Brasil a través de Pacaraima y se estima que 32 mil viven en Boa Vista.
Familia de Charlys Morffi, reasentada en Betim, estado de Minas Gerais. Marjorys Venezuela León Escobar, a la derecha, es la esposa de Morffi. Zarick Cristina Morffi (8), es su hija y Jeremias Daniel Morffi (6), su hijo. La directora del programa Boa Vista, Marcia Cardias (esquina izquierda). Esta familia se vio afectada y su vida se transformó con la entrega del kit de emergencia. Foto cortesía de Iglesia Metodista en Brasil
Si bien el gobierno de Brasil ha estado en capacidad de establecer un centro de bienvenida y refugio, cada vez más migrantes terminan en la calle. El gobierno les traslada a otras partes del país para su reasentamiento.
La Iglesia Metodista de Boa Vista informa que familias enteras, desde bebés hasta ancianos/as, viven en las calles. UMCOR se asoció con iglesias metodistas de Brasil desde hace dos años a través del “Proyecto Sombra y Agua Fresca” en Boa Vista. Este año, la iglesia fue aprobada como un lugar de reasentamiento, por lo que puede registrar a los/as migrantes para su proceso de reubicación en el interior del país. La Iglesia Metodista de Brasil también ha iniciado un proyecto de "Casa de la Luz" en São Paulo, una de las ciudades donde sion reubicados/as las familias migrantes.
Una subvención de UMCOR para el “Proyecto Sombra y Agua Fresca” permitió, al programa Boa Vista, crear y distribuir kits de emergencia a los/as migrantes en las calles. Los kits brindan alivio inmediato, pero también atraen a los/as migrantes a la iglesia, donde pueden encontrar otros servicios y registrarse para su reasentamiento.
En el otoño de 2019, un hombre de 32 años, delgado, quemado por el sol, con ropa notablemente desgastada, llegó a la iglesia de Boa Vista porque alguien en la estación de autobuses le dijo que era un lugar que ayuda a los/as venezolanos/as.
Charlys Daniel Morffi había estado durmiendo en la estación de autobuses durante seis meses. Recibió un kit de emergencia y le preguntó si podía venir a un servicio de adoración. Luego se unió al proyecto Shade and Fresh Water.
En Venezuela, Morffi fue un constructor. Él, su esposa y sus dos hijos tenían una casa, un automóvil y abundante comida, pero perdió todo cuando la economía venezolana se desplomó. Buscó alivio en Brasil, pero no había vacantes en los refugios.
La primera puerta que se abrió para él fue al recibir su kit de emergencia de la iglesia metodista. Se registró para el reasentamiento y se encontró un lugar para él en Betim, estado de Minas Gerais. Allí, encontró trabajo, alquiló una casa y trajo al resto de su familia de Venezuela a Brasil. Pasaron por el mismo proceso en la iglesia de Boa Vista. La vida de esta familia se transformó con la entrega de un kit de emergencia.
* Christie R. House es consultora y editora de Global Ministries.
** El Rev. Gustavo Vasquez es el Director de Noticias Metodistas Unidas para la audiencia hispano/latina. Puede contactarle al (615)742-5155 o por el correo: [email protected]. Para leer más noticias metodistas unidas, ideas e inspiración para el ministerio suscríbase gratis al UMCOMtigo.