Con la llegada del nuevo año, muchos resolvemos hacer cambios en nuestra vida. Las resoluciones de Año Nuevo son promesas que nos hacemos a nosotros mismos con el fin de desarrollar nuevos hábitos o conductas. En los Estados Unidos, las promesas más comunes son: perder peso, hacer ejercicios, alimentarse con comida sana, beber menos alcohol, trabajar menos, gastar más tiempo con la familia, pagar deudas, educarse más, obtener un mejor empleo, parar de fumar, organizar la vida, actuar como voluntario, reciclar la basura, etc.
También sabemos que las resoluciones mueren tempranamente porque no logramos formar hábitos que reemplacen las malas costumbres. Un hábito está basado en una decisión que tomamos en algún momento y que después seguimos practicando sin pensarlo mucho. La mayor parte de nuestra conducta está basada en hábitos o costumbres. Los buenos hábitos nos hacen mejores y más eficientes. Los malos hábitos destruyen nuestros cuerpos, espíritus y relaciones.
Pero es difícil formas nuevas costumbres y abandonar las viejas. Una persona podría decidir usar bolsas de tela para ir al supermercado y evitar así volver a casa con bolsas plásticas o de papel, que no ayudan al medio ambiente. Pero es difícil crear la costumbre de llevarlas con nosotros cada vez que uno va de compras.
Cada hábito tiene una especie de gatillo o percusor que lo echa a andar. Por ejemplo, el tomar café por la mañana podría ser gatillado con el sentarse en el escritorio. La clave para cambiar un hábito está en usar el gatillo o clave de arranque para sustituir dicho hábito por otro que produzca otra rutina que satisfaga, como tomar té o chocolate, si se desea evitar el café.
Los grupos también tienen hábitos colectivos. Para cambiar los malos hábitos de la congregación, el grupo debe tomar una decisión consciente y preguntarse: ¿Cuál es nuestra misión, visión y estrategia para el ministerio?¿Cuáles son los buenos y malos hábitos de su congregación? ¿Pueden los miembros nombrarlos? ¿Qué decisiones debería tomar la congregación para desarrollar buenos hábitos?
Hay que identificar los Buenos hábitos para la congregación: oración, estudio de la Biblia, la comunión, el ayuno, la comunidad cristiana y la vida santa. Otros buenos hábitos son: grupos pequeños, alcanzar a otros, diezmar y crecer espiritualmente.
Debemos enseñar a los miembros a que adopten el hábito de crecer espiritualmente por medio de las disciplinas espirituales, obras de piedad y misericordia, para que cada miembro sea un ministro.
A continuación, algunas metas para la congregación este nuevo año:
- Tener más miembros que asisten a los servicios
- Un número más grande de familias diezmando
- Que cada servicio de adoración sea un momento de transformación
- Seguir una estrategia de crecimiento definida e integral
- Tomar decisiones sabias e importantes
- Propulsar ministerios innovadores que sirvan a la comunidad
- Tener un grupo de líderes espirituales
*Haller es pastora de la IMU Aldersgate y la IMU Plainfield, Grand Rapids, Michigan.