Fiesta Cristiana de amor y libertad
Por el Dr. Rev. Rey Díaz
La Navidad nos anuncia el advenimiento del Hijo de Dios, el salvador del mundo, quien vino al mundo para traernos paz. Al celebrar la Navidad, debemos recordar que es una fiesta cristiana que debe estar centrada en el amor de Dios.
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Según Lucas, el ángel se le apareció a María, quien estaba comprometida para casarse con José, su novio. María se sorprendió con el mensaje de Gabriel sobre que ella tendría un hijo que se llamaría Jesús (Lc. 1:26-33).
Puesto que María era virgen, no comprendía cómo iba a suceder lo anunciado por el ángel. Así que le pregunta, no por dudas, sino para informarse de cómo sucedería todo aquello tan maravilloso que el mensajero de Dios le anunciaba (Lc. 1:34). Gabriel le respondió: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Así que al santo niño que va a nacer lo llamarán Hijo de Dios" (Lc. 1:35).
Luego viene la respuesta de María, quien se reconoce como sierva del Señor: "Aquí tienes a la sierva del Señor ?contestó María?. Que él haga conmigo como me has dicho". En María vemos a una persona muy especial, capaz de obedecer la voluntad de Dios y dispuesta a usar su vida como instrumento de salvación. La respuesta de obediencia de María demandaría de su tiempo, esfuerzo y dedicación. Se entrega totalmente a sí misma en respuesta a la voluntad de Dios.
Lucas también habla de que en aquella región había pastores que cuidaban su rebaño durante la noche. Un ángel del Señor se les apareció para anunciarles que en Belén, la ciudad de David, ya había nacido el Salvador, el Mesías (Lc. 2:8ss.).
El anuncio del ángel a los pastores fue respaldado por una multitud de huestes celestiales que cantaban: "Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los que gozan de su buena voluntad" (Lc. 2:14)
Inmediatamente, los pastores salieron en busca del lugar donde había de nacer el niño. Llegaron hasta el lugar, le contaron a María lo que el ángel les había dicho sobre el niño. Lucas nos cuenta que María atesoraba en su corazón todo lo dicho por los pastores, quienes volvieron a su lugar glorificando y alabando a Dios, por todas las cosas que habían oído y habían visto.
Según Mateo, llegaron a Belén hombres sabios que habían venido del Oriente, preguntando dónde había de nacer el Rey de los judíos, pues habían visto su estrella. Mateo también relata que los sabios adoraron al niño y le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra (Mt. 2).
Todos estos eventos están ligados entre sí, trazándonos un plan de acción que da fiel cumplimiento a lo anunciado: el trabajo de los ángeles, la obediencia de María, y los pastores, culminando todo en adoración y alabanza.
Esta narración de Mateo y Lucas nos recuerda que todo servicio a Dios debe culminar en alabanza y adoración a Dios. Esto se consigue cuando somos obedientes a la revelación que hemos recibido sobre Jesús. Esa revelación nos conduce al servicio y a la adoración comunitaria.
La Navidad nos anuncia el advenimiento del Hijo de Dios, el salvador del mundo, quien vino al mundo para traernos paz.
Dentro del pueblo Hispano-Latino, que vive en los Estados Unidos, hay una diversidad de herencias y tradiciones muy variadas, propias de cada región y que celebran con un toque autóctono la fiesta de la Navidad.
Todas estas tradiciones proclaman el amor y libertad del Dios hecho hombre; quien en la voz del profeta Isaías es, a su vez, “Consejero admirable, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz” (Isa. 9:6).
--Dr. Rev. Rey Díaz, pastor de la Iglesia Metodista Unida en Sparta, Wisconsin
el Intérprete, noviembre-diciembre, 2012