PONCE, Puerto Rico - El Rev. Ángel Santiago recuerda exactamente dónde estaba el 7 de enero cuando un terremoto de magnitud 6,4 golpeó a Puerto Rico: estaba en su cama en la casa parroquial de la Primera Iglesia Metodista de la Resurrección, y eran las 4:30 a.m. "Todo se movía de arriba a abajo y hacia los lados. Dios bendiga que no sentí ningún pánico. Me puse de pie, me puse los pantalones.… Abrí la puerta. ... y escuché a los/as vecinos/as gritar, todos/as estaban en la calle" dijo.
Cinco minutos después, hubo una réplica y diez minutos después de eso, las advertencias de tsunami se dispararon. Debido a que viven en la parte más baja de la isla, Santiago y sus vecinos/as fueron evacuados/as a un lugar designado en las montañas.
Santiago dijo que estaba preocupado, pero se tomó su tiempo para preparar una bolsa y recoger a su perro. "Mi lado racional controlaba mi lado emocional" dijo. Llegar al sitio de evacuación no fue para nada tranquilo. "Fue una sorpresa para mí porque lo congestionado que estaba todo. Llegue a la intersección de las carreteras 9 y 190 y ambas estaban llenas; la gente estaba asustada, ansiosa y esperando el tsunami porque escuchamos la advertencia".
Francisco Rangel (izquierda) y el Rev. Angel Santiago conversan en el depósito, ubicado a una cuadra de la Primera Iglesia Metodista de la Resurrección en Ponce, Puerto Rico, y que se convirtió en el nuevo santuario después de que los daños causados por los terremotos forzaron el cierre de la iglesia. Foto por Tita Parham, FUMF.
El tsunami no llegó y a las 7:30 a.m. los/as residentes regresaron a sus hogares, pero sin sentirse seguros/as porque desde que comenzaron los terremotos a fines de diciembre, la costa sur de la isla ha experimentado más de 1.000 terremotos de magnitud 3, y 95 de magnitud 4 o más alta, según el Servicio Geológico de los Estados Unidos. El último fue el 2 de mayo con una magnitud de 5,4.
Santiago inicialmente dormía en una silla del comedor con la cabeza sobre la mesa para que si no se despertaba con una réplica, su perro lo sentiría y pondría su cabeza en el regazo de Santiago, alertándolo. Otros/as en su vecindario dormían en sus autos o en balcones y patios.
"La espera hasta que el terremoto llega es muy difícil; pero después de dos o tres semanas sintiendo el terremoto en la mañana o durante el día, me adapté. Trato de concentrarme en el trabajo de la iglesia con la congregación” dijo Santiago.
Ese estrés constante es uno de los mayores desafíos para la recuperación de las personas, dijo Glorymar Rivera-Báez, directora del programa para la recuperación de desastres que lleva a cabo Rehaciendo Comunidades con Esperanza (REHACE), una organización sin fines de lucro de la Iglesia Metodista de Puerto Rico. REHACE fue constituida en 2002 como el brazo social de la iglesia y trabaja con poblaciones vulnerables, particularmente niños/as, mujeres y personas mayores.
"La atención emocional ha sido una de las principales áreas de necesidad documentadas hasta ahora. Cuando pasa un huracán, lo experimentas y de inmediato puedes comenzar con la recuperación.... Pero con los terremotos, no sabes cuándo ocurrirá y no puedes decir con certeza si el que acabas de experimentar será el último" dijo Rivera-Báez.
Es por eso que REHACE comenzó un programa para ayudar a las personas a ser emocionalmente resistentes después de un desastre, y con una subvención de $50.000 de la Fundación Metodista Unida de Florida (FUMF por sus siglas en inglés) está recibiendo el impulso necesario para ayudar.
Una mano amiga experimentada
Gracias a lo aprendido tras el paso del huracán María, el personal y los/as voluntarios/as de REHACE saben lo que hacen cuando se trata de responder a un desastre. María, fue la tormenta categoría 4 que azotó la isla el 20 de septiembre, causando daños estimados en $100 mil millones y dejando 2.975 muertes.
“La iglesia es Dios, aunque mucha gente puede ver una estructura, pero no es una estructura; es Dios". - Francisco Rangel
Además de coordinar la ayuda inmediatamente después de la tormenta, REHACE manejó los casos de 2.711 familias en 35 de los 78 municipios de Puerto Rico e hizo reparaciones en 811 casas. Contrató traductores/as, psicólogos/as, trabajadores/as sociales y calificados/as en la reparación de viviendas; y para satisfacer estas necesidades, el personal de REHACE pasó de 5 a 180 personas. Los asesores del Comité Metodista Unido de Auxilio (UMCOR por sus siglas en inglés) completaron el equipo.
Rivera-Báez estima que la isla tardará al menos 10 años en recuperarse, pues a fines del año pasado, decenas de miles de personas aún vivían en casas cubiertas con lonas azules, según un informe del New York Times. Pero con $21,2 millones en fondos de subvenciones de UMCOR y la ayuda de 2.565 voluntarios, REHACE ha ayudado a personas e iglesias a avanzar de manera significativa.
Un factor que impulsa su misión es el nivel de pobreza en la isla: según un informe de la Oficina del Censo de los Estados Unidos, la pobreza fue del 43,1% en 2018, siendo ese porcentaje más alto que la tasa nacional de los Estados Unidos del 13,1%; y más del doble de la tasa de pobreza del 19,7% en Mississippi, un estado con una de las tasas más altas en 2018. Rivera-Báez dice que la pobreza solo ha aumentado para quienes se quedaron en la isla después de María, pues luego llegaron los terremotos y las réplicas.
El Rev. Mark Becker (centro) le entrega un cheque de $50.000 al Obispo Héctor F. Ortiz, líder episcopal de la Iglesia Metodista de Puerto Rico, y Glorymar Rivera-Báez, directora del programa de recuperación ante desastres con Rehaciendo Comunidades con Esperanza (REHACE). Los fondos ayudarán a REHACE a proporcionar tratamiento de casos y terapia de atención emocional a los/as puertorriqueños/as afectados/as por los terremotos. Foto por Tita Parham, FUMF.
Una nueva respuesta
REHACE ha estado coordinando el auxilio y la recuperación en dos de las 143 islas de Puerto Rico y en 25 municipios, ubicados en la parte suroeste de la isla, que fue la parte más afectada. La mayoría depende del gobierno para subsidiar sus presupuestos, dijo Rivera-Báez, y el ingreso anual en uno es inferior a $15.000. En la isla de Vieques, el 100% de los/as niños/as viven por debajo de los niveles de pobreza.
De los 3,2 millones de residentes de la isla, 30.000 se registraron para el programa de asistencia individual del gobierno, dijo Rivera-Báez y a casi dos meses de los grandes terremotos, la gente todavía vivía en automóviles, tiendas de campaña y refugios.
La agencia ahora se está enfocando en dos fases de recuperación: el cuidado emocional y espiritual, y el manejo de casos. La mayor parte de la subvención de la fundación apoyará la primera fase.
Los reverendos Mark Becker y Sandra Santiago, presidente de la fundación y consultora regional de administración, viajaron a la sede de REHACE en San Juan a fines de febrero para entregar el dinero de la subvención y escuchar sus planes. "Todos/as estamos en este proceso de aprendizaje y reevaluación ... de cómo manejar la imprevisibilidad. Es por eso que uno de nuestros enfoques será ayudar a las personas a lidiar con las emociones y el estrés después de este tipo de evento, brindándoles las herramientas que puedan incorporar a su proceso de vida" dijo Rivera-Báez.
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El programa será una combinación de talleres y terapia grupal, con personas referidas a asesoramiento individual y otros programas comunitarios según sea necesario. El trabajo ya comenzó con los/as niños/as y jóvenes de la isla. "Vemos a muchos/as jóvenes con niveles de ansiedad muy altos. Este fin de semana tenemos niños/as del suroeste con sus padres y madres en un retiro en el campamento en las montañas. Es un retiro curativo" dijo el Obispo Héctor F. Ortiz, líder episcopal de la Iglesia Metodista de Puerto Rico, en la reunión de febrero.
Psicólogos/as clínicos, trabajadores/as sociales y pastores/as trabajaron con las familias durante todo el fin de semana y en un evento similar realizado tres semanas antes. "En nuestro grupo de REHACE, tenemos un psicólogo de nuestras iglesias locales que trabaja para aportar recursos, habilidades e intervención clínica que ayuda a las personas a avanzar. Utilizamos la experiencia de retiro en el campamento como un tiempo de espera para trabajar con las emociones en un ambiente seguro y apoyar a los/as niños/as para que tengan la habilidad de enfrentar el estrés" dijo Ortiz.
Los talleres futuros se llevarán a cabo en regiones donde hay iglesias metodistas, pero el objetivo será la comunidad y el brindar asistencia a 1.200 personas. La subvención de la fundación también financiará a tres administradores/as de casos que trabajan con 105 familias.
"Realmente valoramos con corazones humildes cualquier contribución que recibamos, pues hemos sido bendecidos/as por tantas personas que nos mantienen en sus oraciones y pensamientos" dijo Rivera-Báez.
La Primera Iglesia Metodista de la Resurrección en Ponce, Puerto Rico tuvo tanto daño estructural que se consideró insegura para el culto y otras reuniones. Las reparaciones pueden tomar años y costar hasta $2 millones. Foto por Tita Parham, FUMF.
Avanzando en fe
Mientras tanto, el Rev. Ángel Santiago ha estado brindando apoyo emocional a su congregación pues considera que el 15% de sus 130 miembros se vieron afectados/as por los terremotos, y algunos/as se mudaron a las afueras de Ponce porque sus casas estaban muy dañadas.
También los/as está ayudando a lidiar con la pérdida de su espacio de adoración y reunión, pues la iglesia histórica fue una de las dos iglesias metodistas obligadas a cerrar debido a los daños estructurales. "Esta es la otra parte en el cuidado pastoral que hace que la situación sea más difícil: Cómo aconsejo y apoyo a las personas, entendiendo cómo se sienten, pero al mismo tiempo, cómo los guío a ver la nueva realidad" comentó Santiago, y agregó que la iglesia será reparada, lo cual tomará años y podría costar hasta $2 millones. Debido a que la iglesia es un edificio histórico, todas las reparaciones deben seguir las especificaciones descritas por el Instituto de Cultura de la isla, incluyendo la madera original utilizada en el techo y otras partes de la estructura.
Sin embargo, la congregación ha seguido reuniéndose gracias al apoyo de REHACE y otras iglesias metodistas, e inmediatamente después de los grandes terremotos, los/as miembros de la Resurrección fueron invitados/as a adorar en una iglesia que ellos/as habían iniciado. Tres semanas después, estaban en un espacio propio.
Hacia algunos años, la congregación había comprado un depósito cerca de la iglesia histórica, pero no había decidido cómo usarlo. Finalmente lo alquilaron a un grupo misionero de Jacksonville, Florida, como un lugar de reunión y vivienda para sus equipos de trabajo que llegaron a Puerto Rico durante el verano. Debido a que no se usó el resto del año, el depósito se estaba deteriorando y los/as líderes de la iglesia decidieron que el espacio era su única opción viable para un hogar temporal. Dos semanas después, un equipo de 60 voluntarios/as de un grupo de misioneros en la iglesia de Santiago ayudó a 40 miembros de la Resurrección a renovar el edificio. REHACE pagó muchos de los suministros y envió voluntarios/as para ayudar.
El antiguo miembro Francisco Hernández y la Rev. Sandra Santiago miran un álbum de fotos del 75 aniversario de la Primera Iglesia Metodista de la Resurrección en Ponce, Puerto Rico. Los dos estaban en el santuario recientemente renovado que será el hogar de la iglesia hasta que el santuario histórico de la congregación pueda reabrirse de manera segura. Foto por Tita Parham, FUMF.
El equipo pintó, reparó el techo y construyó un escenario y un área de altar, modernizando el espacio; comenzaron un sábado a las 9 a.m. y terminaron a las 4:30 p.m. Los toques finales al escenario se completaron una semana después, con la consagración del espacio el 9 de febrero.
"Nunca pensamos que podríamos arreglar este edificio, el que fuera el nuevo santuario, en menos de tres semanas. Solo oramos y nos movimos con fe. Hicimos lo que se supone que debemos hacer y dejamos el resto a Dios" dijo Santiago.
Durante el servicio de consagración, Santiago dijo que Ortiz compartió cómo había corregido recientemente a las personas que comentaron que la iglesia había sido cerrada. Les dijo que el santuario está cerrado, pero que la iglesia está viva.
"En medio del caos, de la crisis, de la pérdida y la ansiedad, podemos compartir el amor, la presencia y la gracia de Dios". - Rev. Ángel Santiago
Francisco Rangel, miembro de Resurrección, no podría estar más de acuerdo. "La iglesia es Dios. Mucha gente puede ver una estructura, pero no es una estructura. Es Dios" dijo Rangel y admitió sentirse emocional cuando vio por primera vez lo dañado que estaba santuario. Él y otros/as nunca pensaron que la estructura fuera tan frágil. Pero también dijo que tenía esperanza. Nosotros/as somos quienes hacemos grande a la iglesia. Somos el corazón. ... Dios tiene una manera de trabajar, haciéndote saber: ‘No es la estructura, soy yo’. Así que cuando comencé a mirar todo lo que sucedió y luego hicimos este nuevo espacio dije: 'Dios, tú eres simplemente increíble’. Poco a poco todo se está uniendo" concluyó.
Esa es la otra parte de la tragedia, la parte positiva, dijo Santiago y agregó: "En medio del caos, de la crisis, de la pérdida y la ansiedad, podemos compartir el amor, la presencia y la gracia de Dios."
* Parham es vicepresidentae de marketing y comunicaciones de la Fundación Metodista Unida de Florida (FUMF). Puede escribirle a [email protected]
** Leonor Yanez es traductora independiente. Puede escribirle a IMU Hispana-Latina @umcom.org. Para leer más noticias metodistas unidas, ideas e inspiración para el ministerio suscríbase gratis al UMCOMtigo.