He llegado a aceptar el hecho de que ser negro y latino no puede coexistir por igual en mi vida, uno tiene que venir antes que el otro. Antes del asesinato de George Floyd, mi identidad propia estaba fuertemente arraigada en el entendimiento de que mi negrura era el ancla de mi latinidad, pero de alguna manera podía unir estos dos términos en algo maleable para que la gente me entendiera; cuando en realidad no había mucho que entender en lo absoluto. Tan pronto como salgo, soy un hombre negro en un mundo lleno de sistemas diseñados específicamente para perpetuar y permitir el trabajo de la supremacía blanca.
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Este fue el cambio de mentalidad que marcó toda la diferencia para mí. Tan pronto como vi a esta sociedad no como un sistema roto, sino como un sistema que funciona exactamente de la manera en que fue diseñada, comencé a aflojar mi preciada identidad latina y en su lugar, comencé a abrazar mi negrura en primer plano. Esto no fue, sin embargo, una cuestión de elección pues ser negro en los Estados Unidos es vivir en un sistema que te recuerda cada día que pueden atacar tu cuerpo sin consecuencias.
Y eso es lo que más me atormenta cuando veo que le quitan la vida a George Floyd pues además de las horribles imágenes en la pantalla, él es parte de un proyecto más grande, compuesto por historias invisibles y desconocidas, de personas que viven vidas, sagradas en su valor, pero prescindibles a los ojos de la sociedad. He llegado a comprender que por cada George Floyd hay cientos más que permanecen sin nombre, sin protesta, sin justicia. ¿Cómo puede el ser latino solucionar esta realidad? ¿Cómo puedo aferrarme por igual a una identidad que no me defiende, que a menudo permanece en silencio tras mi brutalización?
Esto es especialmente importante teniendo en cuenta que algunos de estos asesinatos injustos han sido a manos de policías latinos/as o "marrones" (Trayvon Martin, Philando Castile, el arresto de Sandra Bland, etc.). Irónicamente, todos nuestros países latinoamericanos ven una cantidad desproporcionada de violencia estatal contra los/as negros/as perpetuada por sus ciudadanos/as negros/as. Por eso no puedo buscar refugio en mi país de origen, Colombia, de estos sistemas.
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Mi negrura es una verdad que simplemente no se puede separar de mi latinidad, pero al mismo tiempo, mi comunidad Latinx se niega a abordar plenamente su existencia. Es por esta razón que la declaración “Black Lives Matter” se vuelve tan significativa. En toda la diáspora, las vidas negras comparten una historia fracturada que nos ha dejado en países incapaces de amarnos como los hemos amado; es una relación desequilibrada que nos deja sin un sentido real de hogar, que solo sentimos dentro de cada uno/a.
¿Cuál es nuestra respuesta a las relaciones raciales desequilibradas?
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Ahora, a pesar de esto, creo que Dios nos llama a desmantelar este sistema pues como seguidores/as de Cristo, no tenemos otra opción que luchar contra la supremacía blanca. ¿Pero cómo se ve esto?. Creo que antes de llegar a un lugar de reconciliación racial en este país, primero debemos ser capaces de la autocrítica hasta un punto en el que podamos reconocer abiertamente nuestras tendencias y prejuicios. Sin embargo, esto no se puede llamar justicia.
Reconocer nuestros propios prejuicios es solo el primero de muchos pasos hacia la reconciliación, y vemos las deficiencias de esta situación en el reciente ejemplo de Amy Cooper, quien era muy consciente de su posición como mujer blanca para poder armarse de su blancura contra un hombre negro con el que estaba en desacuerdo. Su conciencia racial en ese momento la llevó a utilizar su privilegio como arma, sabiendo que a la llegada de los agentes de policía las probabilidades estarían a su favor y sus declaraciones falsas tendrían más peso que lo que dijera el acusado. Si no fuera por la evidencia en video, se podría dar el caso de que Amy Cooper hoy estuviera sosteniendo una pancarta de “Black Lives Matter” en aparente solidaridad con el movimiento. Tal acción contradictoria no sería una anomalía en el entorno actual de publicitar temas de justicia social de tendencia; y es la razón por la cual simplemente reconocer el prejuicio de alguien no es suficiente.
Como dijo el Dr. Martin Luther King Jr. “el mayor obstáculo de los/as negros/as hacia la libertad no es el/la consejero/a de ciudadanos/as blancos/as o los Ku Klux Klanners, sino el/la blanco/a moderado/a quien está más dedicado/a al orden que a la justicia; quien prefiere una paz negativa que es la ausencia de tensión, a una paz positiva que es la presencia de la justicia".
Esto es lo que como sociedad debemos mirar; paz positiva en lugar del reconocimiento miope del racismo. Creo que es un trabajo que no veremos plenamente realizado en nuestras generaciones, pero en el que todos/as estamos llamados/as a participar.
¿Cuál es la experiencia de Afro-Latinidad en América?
Andrés DeArco dijo: "Mi negrura es una verdad que simplemente no se puede separar de mi latinidad, pero al mismo tiempo, mi comunidad latinx se niega a abordar plenamente su existencia".
* Andrés De Arco es un orgulloso afrocolombiano apasionado por la búsqueda de plataformas educativas y empresariales creativas para comunidades negras y marrones dentro y fuera de los Estados Unidos. Actualmente, es el Director Asistente Nacional de la Academia Metodista Unida de Liderazgo para Jóvenes Hispanos/as (HYLA por sus siglas en inglés) y está cursando una maestría en la Escuela de Divinidad Harvard. También es miembro de la IMU Esperanza Viva en la Conferencia Anual Oeste de Ohio.
** Leonor Yanez es traductora independiente. Puede escribirle a IMU [email protected]. Para leer más noticias metodistas unidas, ideas e inspiración para el ministerio suscríbase gratis al UMCOMtigo.